Agua que no has de beber – Los altos niveles de derroche en la ciudad contrastan con la falta de agua en el sur

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En Río Cuarto se consumen 400 litros por día, por habitante. Es el doble de lo que utilizan los países europeos. La falta de conciencia ambiental y la necesidad de una mayor intervención del Estado no han sido corregidas. En el sur provincial el vital elemento llega a pocas localidades por la falta de agua de calidad, la desinversión en infraestructura y el impacto de los agroquímicos en las napas utilizables.

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Los altos niveles de derroche en la ciudad contrastan con la falta de agua en el sur provincial. En Río Cuarto se consumen 400 litros por día, por habitante. Es el doble de lo que utilizan los países europeos.
La falta de conciencia ambiental y la necesidad de una mayor intervención del Estado no han sido corregidas. En la segunda edición de «Agua que no has de beber», especialistas analizaron la conflictiva realidad.
En el sur provincial el vital elemento llega a pocas localidades por la falta de agua de calidad, la desinversión en infraestructura y el impacto de los agroquímicos en las napas utilizables.
El agua podría convertirse en el gran botín de próximas disputas internacionales ante la escasez que pone el riesgo el abastecimiento para millones de personas de personas en el mundo. Solo el 2 por ciento del agua del planeta es apta para consumo.
Se trata de un recursos imprescindible pero agotable. Contar con agua en abundancia y en calidad es un privilegio de pocos. Los riocuartenses pueden gozar de dos beneficios claves, aún cuando su uso carece de conciencia ambiental.
La calidad del agua se mide científicamente en el laboratorio del Mercado de Abasto. Allí se determina en forma regular si existe contaminación y cuáles pudieran ser los sectores afectados.
A partir de 1950 se triplicó el consumo de agua en el mundo. Actualmente la cuarta parte carece de insuficiencia del recurso y en más de 55 paises sus habitantes obtienen menos de 50 litros por persona. En Río Cuarto se multiplican esos indicadores hasta convertir el uso en un derroche.
El sur es un vestigio del atraso histórico y la deuda pendiente con los vecinos de sus localidades. La mayoría de los hogares carecen de gas natural, es insuficiente la prestación de cloacas y fundamentalmente resulta un condicionante a la calidad de vida la falta de agua potable. Falta de pozos de agua dulce, inversión escasa en infraestructura y desidia política completan el contexto de dificultades.
El líquido que escasea en el sur, se derrocha y carece de una protección adecuada en la ciudad. Contrastes impulsados por la lógica de la naturaleza y la desidia del hombre. Las aguas subterráneas y la corriente que despliega el límite natural que divide la ciudad son un privilegio y ya se han convertido, además, en una advertencia.

 

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